jueves, 15 de enero de 2009

Carta de una educadora de un centro para menores no acompañados

Una educadora aragonesa nos ha enviado este testimonio sobre su experiencia con menores extranjeros.
La reproducimos y os animamos a debatir en torno a lo que cuenta. En comentarios añadimos la respuesta que le dio uno de nosotros y la que devolvió ella.

Hola chicos/@s,

Soy educadora social y trabajo en un centro de menores abierto con chicos, la mayoría menores extranjeros no acompañados menores de 18 años.

La verdad que me gustaría también poder dar mi opinión desde mi experiencia, y aportar también el otro punto de vista que veo muy necesario para conocer otra realidad diferente, la que se vive desde la postura del educador.Antes me gustaría aclarar que en ningún momento he dudado de que haya centros masificados sobre todo en Canarias, por los datos que aparecen publicados en periódicos y medios de comunicación. Esto hace imposible llevar a cabo una labor educativa, sino cubrir ahogadamente sus necesidades básicas. Y me parece vergonzoso la situación en la que se ven inmersos muchísimos menores en el caso de centros cerrados.

En el centro donde trabajo hay un amplio equipo de educadores sociales, estando dos o tres por turno, nos encontramos atendiendo a 15 chicos. A estos chicos se les apoya formativamente, laboralmente, y aprenden español mediante el centro de recursos que disponemos. Se les deja salir por la mañana y por la tarde, ellos tienen un horario formativo o laboral según lo que estén haciendo y su edad y fuera de ese horario disfrutan de tiempo libre del mismo modo que los fines de semana, que tienen horarios de llegada como los hemos tenido todos en nuestras casas de adolescentes.

Jamás y digo jamás se nos ha ocurrido amenazar a alguién ni levantar el brazo, puesto que echaría por tierra nuestra labor y nuestro puesto de educador, no tendría ningún sentido y va en contra de nuestra moral y la de todos nuestros compañeros. Se les trata con sumo respeto a los menores y cuando hay momentos de conflictos raras veces oyes a un educador gritar apenas levantan la voz para llamar la atención. Sin embargo puedo decir que todos hemos sufrido agresiones o intento de agresiones por parte de los chicos, en este centro no tenemos vigilantes de seguridad, puesto que es un centro abierto y no se debe considerar necesario, pero tenemos el centro con visitas de carpinteros, cristaleros, ....etc, todos los meses porque los menores no han tenido capacidad de autocontrol en un conflicto que se pudo dar simplemente porque un educador mandaba a los

Ya no comento los insultos hacia nosotros y hacia nuestras familias que recibimos bastante a menudo cuando un menor simplemente no esta de acuerdo con la normativa, que viene a ser horarios, tareas comunes de la casa y responsables y cumplidores en los cursos de formación que están realizando.

Con este testimonio, no quiero parecer una actitud victimista, ni muchísimo menos, de hecho disfruto cada día de mi trabajo, y hay días maravillosos y que te llevarías a todos a tu casa. De hecho para mi hay muchisímos más días buenos que malos, y muy reconfortantes. Pero simplemente quería dar también otra perspectiva diferente, la postura del educador en un centro donde la atención que reciben los menores es muy adecuada, correcta y de sobreprotección en muchísimos casos, ya que incluso en los momentos de mayor tensión no se deja de mostrar afecto, comprensión y cariño al menor. Quizá por eso los menores piensan que pueden revelarse de forma más agresiva, no lo sé, son solo pensamientos en voz alta. Aunque si me gustaría decir que hay a veces cierta sensación de desprotección en el equipo educativo, ya que si no hay un parte de lesiones, un juez no te toma en serío ante una denuncia. Problema muy mediatico últimamente también porque en situación similar se encuentran muchos profesores de secundaria.

Muchas gracias por leer mis palabras, un saludo, y espero que al menos haya puesto un poquito de confianza a algunos menores de que no todos los centros son cárceles y no todos los educadores somos unos ¨hijos de...¨, sino que todos somos personas y así nos gusta que nos traten a ambos.

anika